Un mes y un poco más viviendo en esta región ubicada al norte de la capital del país, Nairobi. Al principio adaptarse a la condición de vida fue un poco complicado, pero más que nada con los insectos, porque donde estoy es el África mismo, lejos de la mayor civilización, aquí solo convivimos nosotros y los Samburu. Han sido los mejores días que he tenido durante mi vida, y espero que pueda decir lo mismo de lo que me queda. Aprender a vivir así es fácil cuando sabes a lo que vienes y cuando estas dispuesta a dejar todas tus comodidades de lado y te das cuenta que al fin y al cabo no necesitas nada de eso para ser feliz, solo necesitas personas, personas que te quieran enseñar algo, personas que quieran compartir contigo.
Estoy conociendo gente diferente, distinta en todo sentido, pero cada una de esas personas es maravillosa y está dejando algo dentro de mí; y para qué decir de los más chicos, uff, mejor ni comentarlo, la energía y felicidad que tienen es realmente increíble, y no digo increíble por asombroso, sino porque no te imaginas la necesidad que existe aquí, pero ellos, te miran con admiración, se ríen y te das cuenta de que ellos quieren que tu seas feliz y estes feliz en este lugar.
Hasta el ritmo de vida es diferente a lo que estamos acostumbrados, se vive el día a día y debo decir que se siente bien no andar corriendo desde que te levantas hasta que te duermes. Me he preguntado si las personas tienen ese carisma tan fuerte debido a esto, a que no viven del estrés, de las presiones y disfrutan diariamente lo que el destino y Dios tiene preparado.
En serio desearía que todos pudieran vivir una experiencia tan enriquecedora cómo está, da lo mismo si aquí o en otra parte, pero hay personas distintas a uno que tienen mucho que entregarte…uno supone que viene a enseñarles a ellos, pero la cosa es al revés, ellos son los que te enseñan a ti, las mamás y los niños, sobre todo, te enseñan la felicidad y te enseñan a sonreír.
Valentina Rolack
Voluntaria Agrónoma
Kenia
