Muchas veces me he sentido como Mafalda de Quino cuando dice “¡Paren el mundo que me quiero bajar!”

19 de Diciembre de 2023

Me encuentro finalizando mi voluntariado en Dilla – Etiopía, casi 5 meses aquí compartiendo con voluntarias de otros países y con hermosas personitas etíopes, desde niños a personas adultas.

Forme una hermosa familia, podría decir que son mis hermanos/as chicos, la cual cuesta mucho dejar, porque desde mi día uno a la fecha comparto con ellos desde las 8 am hasta la noche. Han sido 100% el pilar de amor para poder seguir cada día.

Estar aquí no ha sido para nada fácil, ser voluntaria, ser extranjera, dejar toda tu contención lejos es realmente un desafío. Muchos hablan de lo difícil que debe ser estar en un lugar como en el que yo estoy, hasta yo hablaba de que sería difícil, pero realmente es más fuerte de lo que uno puede imaginarse, hay que vivirlo para entenderlo, las noticias, las redes sociales o el de boca en boca, NADA, pero NADA permite realmente que uno sepa o entienda esta realidad.

Son mezclas de emociones constantemente, recibo infinito amor de las personas con las que me rodeo, pero al mismo tiempo veo una cantidad de maltrato infantil, de maltrato animal, de agresividad entre las personas, porque son super al límite entre ellos/as o mucho amor o mucha violencia para reaccionar ante un conflicto o un disgusto. Muchas veces me he sentido como Mafalda de Quino cuando dice “¡Paren el mundo que me quiero bajar!”

En los diferentes espacios que trabajo pongo mucho énfasis en el respeto que debemos tener como seres humanos, con los animales y finalmente con todo lo que nos rodea, y me alegra demasiado ver pequeños avances. Es complejo cambiar una realidad y rutinas que están tan normalizadas en una sociedad, pero sí creo en que lo que he entregado a llegado a los corazones y mente de cada una de esas personitas y no hablo solo de los/as niños/as también de mis colegas en la escuelita, porque aquí aún existe la varilla en la sala de clase o el zamarreo.

Creo que es importante contar las cosas como son y no solo mencionar lo lindo, porque cuando se quiere hacer un voluntariado es con el fin de ir a cambiar, mejorar o aportar realmente en algo. Hay que venir, vivir y hacer cambios positivos y por sobre todo cuidar lo que está bien.

Aquí los/as niños/as son demasiado felices y les encanta compartir con uno, conocer sobre nuestras raíces, participar de las clases que yo realizo, en mi caso de inglés, matemática y Capoeira. También cada vez que salgo hacer deporte ellos/as se encuentran listos para entrenar conmigo. Me impresiona la cantidad de energía que tienen. De verdad que son lo máximo.

Agradezco de todo corazón haber vivido este voluntariado. A pesar de que hubo muchas situaciones en las que estuve muy triste y cansada físicamente como emocionalmente (en ninguna parte las cosas son perfecta), puedo decir que el amor con los/as peques, con mis colegas de la escuelita, específicamente Sisay y Seble y las voluntarias que estuvieron durante el periodo que trabajé en Dilla fue más que perfecto.

Nunca olvidaré las clases que dicte, porque con un simple papel y lápiz pudimos hacer maravillas. Los/as peques estaban alucinando de felicidad y poder ver eso en sus rostros es maravilloso. Dilla es un lugar físicamente muy hermoso, con una naturaleza magnifica, pero con un alto nivel de pobreza. Hay personas con muchas ganas de que haya cambios positivos para tener un mundo mejor, pero necesitan apoyo de su propia gente y de quienes estamos fuera de este país.

Solo me queda agradecer a la fundación y a las personas que estuvieron acompañándome durante estos meses, porque fueron realmente de mucho apoyo.

Agradecida eternamente.

 

Ma. Carolina Reyes Escudero
Voluntaria
Africa Deam

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