Me remonté a lo que nosotros vivimos en la década de los años 50´s en Chile…

14 de Marzo de 2024

Cuando mi hijo Álvaro me preguntó que me parecía realizar un voluntariado en Africa, no lo dudé, rápidamente le respondí, ¿cómo hacerlo?, ¿yo podré ir por mi edad?

Preguntas que a veces uno se hace, sin embargo, los deseos de hacer algo distinto y poder ayudar con un granito de arena, me dio mucho ánimo.

Fue una decisión y un viaje relámpago, ya que la posibilidad de hacerlo era en el periodo de vacaciones de Álvaro quien es Oficial de Marina y no tenía otras posibilidades. En menos de una semana, me sumé a esta gran experiencia sin ningún tipo de expectativas, pero con mucha curiosidad y deseos de ayudar.

Tener la posibilidad de realizar un voluntariado en África, permitió insertarme en otra realidad muy distinta a los que estamos acostumbrados, en lo que hemos perdido con el avance de la tecnología y que es, “la simpleza de la vida”; esto suena contradictorio ya que estos avances nos han permitido hacer mejor las cosas, tener recursos para suplir todas las necesidades que un ser humano debería o querría tener, sin embargo, no nos ha hecho mejores personas.

Y así fue como emprendimos esta gran aventura. Pude vivirlo en la localidad de Nyabondo en Kenia, en “St. Joseph’s Nyabondo Mission Hospital and Trauma Centre”. El nombre parece referirse a un tremendo hospital, es nuevo, sin embargo, tiene muchas necesidades.

Al insertarme en el quehacer diario me remonté a lo que nosotros vivimos en la década de los años 50´s en Chile, esto me hizo recordar mis primeros años de enfermería hace 40 años, y en cómo se fueron haciendo cambios en el tiempo. El mayor problema que observé, son las precarias condiciones higiénicas y falta de servicios básicos, también me di cuenta que se puede mejorar y fue una de las peticiones que me hicieron los enfermeros, que los ayudara a modernizar los procesos.

Hoy, el hospital nuevo aún tiene salas vacías. No todos los pacientes han sido trasladados desde el recinto asistencial antiguo, y eso es algo que, hasta el día de hoy, no logró entender.

Pude confeccionar protocolos y procedimientos de enfermería que consideré eran los más urgentes para empezar y sin duda, me faltaron muchos más. Pretendo confeccionar y enviarlos, para que así, tengan conocimientos básicos para el cuidado de los pacientes, y todo lo que ellos quieran que pueda apoyarlos a la distancia.

Me hubiese gustado tener más tiempo para poder enseñarles y hacer devolución de procedimientos, lo cual siento es muy necesario.

Realmente el hacer el voluntariado cambia la vida, uno se da cuenta que se puede vivir en simpleza y disfrutar de la vida.

Conocí a gente maravillosa que a pesar de la pobreza tienen un gran corazón, disfrutan de las cosas simples de la vida, siempre sonríen, nunca se enojan y no se preocupan si tienen o no para suplir las necesidades básicas como techo, comida, agua, luz y otros. Son ”ricos” como seres humanos, se dan tiempo para todo, no llevan una vida agitada como nosotros, son amables y, sacan energía de alguna parte de sus vidas para seguir viviendo.

Insertarme en su cultura, también me permitió sentir o experimentar su vida real.

Aprendí mucho de ellos, son personas que cuidan sus raíces y cultura, hablan el idioma de la localidad Luo, Suajili, y también inglés. Me llamó la atención que también hay muchas escuelas y los niños caminan mucho para ir al colegio, van a misa a la 6 de la mañana y luego colegio hasta las 17 horas; se alimentan en el colegio, esto permite que los padres trabajen y no tengan que cuidar a sus hijos.

Me conmoví al asistir a misa tanto en la Iglesia como en el hospital. Tienen un gran arraigo a la religión católica y son muy devotos, se denota una fe tremenda, lo cual pensé que ya se había perdido en el mundo, y me di cuenta de que la religión es muy fuerte en Kenia.

Pude experimentar muchas emociones como tristeza, angustia, impotencia, compasión, y también alegría; deseos de ayudar y mejorar la calidad de vida de personas que no conocen otra realidad. No se trata de cambiar su esencia, sólo que puedan tener agua potable, luz, comida, viviendas en mejor estado, prevención y control de enfermedades y de infecciones, mejor manejo sanitario, entre otros.

Con lo vivido, me gustaría que fueran profesionales y técnicos, no importa la edad, lo fundamental son los deseos de ayuda y aportar con los conocimientos que nosotros tenemos.

Agradezco a la Fundación Africa Dream, que nos apoyó y nos dio todas las facilidades para hacer posible el voluntariado.

Sugiero hacer proyectos de manera de contar en forma permanente con voluntarios que continúen con las experiencias ya vividas así, podemos cambiar la vida de muchas personas que realmente lo necesitan y así tendríamos un mundo mejor y más justo.

Hoy, ya en Chile, me quedó con una sola sensación, la de ayudar. Todo lo descrito con anterioridad, no refleja lo que uno puede vivir al insertarse en esta aldea, pero sobre todo, en esta cultura.

Todos podemos ser un granito de arena para miles de familias, lo único que se necesita hoy, son las ganas de querer hacerlo.

Alicia Gutiérrez Gámbaro
Enfermera, Voluntaria

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