Todos me dicen Bea, tengo 31 años y me considero, con orgullo, una mujer del
sur. Nací y crecí en Coyhaique, entre montañas, viento y naturaleza, un entorno
que forjó mi manera de mirar la vida: cercana, sencilla y con los pies en la tierra.
Viví allí con mis padres hasta los 17 años, cuando partí a Valdivia para estudiar
Medicina, dejando atrás mi casa, pero llevándome conmigo el cariño y la fuerza
sureña que siempre me acompañan. Tengo dos hermanos: uno mayor, periodista,
que vive y trabaja en Santiago, y otro menor que sigue estudiando en Valdivia. Y,
por supuesto, está Quila, mi gata y gran compañera de vida, de esas presencias
silenciosas que llenan de ternura los días y de compañía las noches.
Tras titularme, comencé mi camino profesional como médica general de zona en
Lonquimay, un pequeño pueblo cordillerano en la Región de La Araucanía. Esa
etapa fue más que un trabajo: fue una experiencia de vida. Aprendí lo que significa
vivir de manera independiente, acompañar a comunidades con realidades muy
distintas y comprender la profundidad humana que encierra mi vocación. Allí
descubrí que la medicina no solo cura, también une, escucha y transforma.
Hoy estoy comenzando una nueva aventura, una que me llena de ilusión y
sentido: Etiopía, en la localidad de Dilla, para servir como voluntaria médica en
una pequeña posta rural.
Me mueven los desafíos, la entrega y las experiencias que dejan huella. Creo
profundamente en el poder del encuentro, en la capacidad de conectar con otros
desde lo más humano y en cómo cada paso, cada gesto y cada mirada pueden
convertirse en un acto de amor y aprendizaje mutuo.
Beatriz Vallejos (Bea)
Voluntaria Africa Dream