Desafiando mis talentos

24 de Julio de 2025

Siempre me gustó pensar que los talentos son regalos (capacidades que nos fueron dadas) pero también creo que son tareas: invitaciones a ser parte de algo más grande que nosotros mismos.

A lo largo de este tiempo, he visto cómo cada persona que forma parte de la Fundación —profesionales, voluntarios, donantes, simpatizantes— ha encontrado una forma única de contribuir desde sus capacidades. Algunos han traído conocimientos técnicos, otra creatividad, otra pasión por enseñar, por curar, por construir o por escuchar. Todos, sin excepción, han tenido algo que ofrecer. 

Pero quizás lo más valioso ha sido ver cómo nos hemos animado a desafiar esos talentos. No nos quedamos en lo que ya sabíamos hacer bien, sino que nos empujamos a ir más allá. Salimos de nuestras zonas de comodidad para aprender de nuevas culturas, para adaptarnos a realidades complejas, para entender que nuestras herramientas necesitaban afinarse, reconfigurarse, crecer. En ese camino, he descubierto algo fundamental: los talentos florecen verdaderamente cuando se ponen al servicio de los demás.

Ese “desafiar nuestros talentos” implicó muchas veces dejar de lado certezas, cuestionar métodos, pedir ayuda, aceptar errores. Y desde ahí, construir nuevas formas de aportar. Porque en un contexto donde las necesidades son tan urgentes y tan diversas, la creatividad y la humildad van de la mano.

En el ámbito de la salud, por ejemplo, nos vimos obligados a repensar intervenciones desde el acceso limitado a recursos. En educación, a escuchar y construir desde sus saberes, no solo desde nuestras estructuras. En sostenibilidad, a aliarnos y aprender de sus propias prácticas ancestrales, que muchas veces superaban nuestras expectativas y donde tenemos mucho que aportar. 

Cada uno de estos escenarios fue, también, una oportunidad para crecer como profesionales y como personas. Porque cuando nuestros talentos se cruzan con una causa justa, no solo se ponen al servicio: se transforman en vehículos de esperanza.

Hoy, puedo decir con profunda gratitud que hemos recorrido un tramo del camino desafiandonos a nosotros mismos. Y que el fruto de esa entrega no solo se ve en los informes, sino en los rostros, en las historias, en las semillas plantadas en cada niño, en cada familia, en cada comunidad.

Ojalá esta experiencia nos siga recordando que nuestros talentos no son solo para brillar, sino para iluminar. Y que cuando decidimos ofrecerlos con generosidad, cuando nos dejamos interpelar por realidades distintas, nos descubrimos capaces de mucho más de lo que creíamos.

Gracias a quienes han apostado a este camino. Gracias a quienes se han desafiado a aportar desde lo que son, desde lo que saben y también desde lo que están dispuestos a aprender. Porque poner el talento al servicio no solo cambia la vida de otros: cambia la nuestra para siempre.

Catty Aliaga
Directora
Fundación Africa Dream